Etimológicamente esta palabra viene del latín deficere, que significa faltar. Es decir, el déficit es lo que falta. Al parecer (y sólo al parecer) actualmente, en España, hay un gran déficit económico del estado en el balance de ingresos y gastos.
En estos últimos días o meses nos machacan desde cualquier tribuna de comunicación con la necesidad de reducir-anular el déficit. Evidentemente qué objetivo más loable, qué deseable es no contar el déficit y poder contar el superávit.
Pues para cumplir este objetivo tan deseado debe haber una estrategia, unos recursos y una planificación en el tiempo. Y es aquí donde ya empieza a generarme pesadumbre, cuando no tormento, el derrotero que está tomando la situación.
Aún existen personas, algunas por ignorancia y otras por mala intención, que consideran que “el fin justifica los medios”. Jamás debiera aplicarse esta proposición. El fin, o la obtención de un objetivo, nunca debe justificar cualquier medida para conseguirlo. Esto siempre es muy común en regímenes dictatoriales. La estrategia a seguir para conseguir un objetivo deberá contar, a mi juicio, con múltiples factores y con la consideración de todos los elementos afectados, en este caso las personas.
Un ejemplo claro de la aplicación de que “el fin justifica los medios” es lo que desde USA se llama “Daños colaterales”. Una insolencia extraordinaria, a mi parecer, el justificar la muerte de personas por la falaz consecución de un determinado objetivo.
Volviendo al déficit económico del estado español, ese que pretende eliminar el actual gobierno con múltiples medidas de dudosa efectividad y de contrastada inmoralidad.
Lo de la efectividad lo digo porque, técnicamente, las actuaciones propuestas no son precisamente estrategias de inequívoco éxito, que muchos técnicos solventes ya demuestran ineficaces.
Lo de inmoralidad lo digo porque las medidas propuestas menosprecian a las personas, no las tiene en cuenta. No les importa eliminar una determinada empresa, llevando al paro a miles de personas justificándose en una reducción del gasto.
Lo primero son las personas, después las cuentas. Si en mi casa-familia, dispongo de poco dinero y tengo que decidir entre comprar comida para mis hijas o pagar una mensualidad de hipoteca; ¿alguien tiene duda de lo que voy a decidir?
Pues un estado debe ser igual que una familia, y lo primero deben ser las personas, siempre las personas. ¿Quien duda que en un Estado lo más importante son las personas?, ¿quién duda que un estado debe proteger a todas las personas que lo componen?, y ¿quién duda que un Estado es todas y cada una de las personas que allí conviven?
Aún así existen ignorantes o desaprensivos que abusan de las personas y encima lo justifican alegando el beneficio de un bien superior. Los Gurús de religiones primitivas, infundían el miedo generalizado, luego sacrificaban a las personas justificándolo por el beneficio de un bien superior; sin duda que esto es una barbaridad. No obstante lo estamos viviendo en nuestras propias carnes.
Entonces si la estrategia para reducir el déficit no antepone las personas ante otros intereses no es una estrategia válida. Lo cual demuestra (parafraseando a Machado) que el déficit es emocional, que dicho responsable político disfruta o sufre, según se mire, de un extraordinario déficit en su inteligencia, en su sensibilidad y en su honestidad. Lo que se puede definir como un auténtico tirano.